Hay muchos mitos y errores en torno al concepto de capitalismo. Por ejemplo, se cree que el capitalismo es una ideología, al igual que el socialismo…por el contrario, el socialismo en sus variantes se puede contraponer ideológicamente en relación al liberalismo en sus variantes, mientras que el capitalismo es una forma dada en que se organiza la producción y distribución de los bienes. El capitalismo, desde mi punto de vista, tiene la característica fundamental de subordinar el trabajo al capital a través del sistema del salariaje, y por lo tanto, tiende a privilegiar en sus formas acabadas, al inversor capitalista respecto del trabajador, contribuyendo de este modo de manera inherente a una continua concentración de la riqueza en manos de los inversores y al mismo tiempo a la creación de una fuerza laboral en paro o precaria de manera permanente que mantiene alta la oferta de trabajo en relación a la demanda permitiendo a los inversores negociar el salario siempre a la baja (incluso a niveles de neoesclavitud) y garantizando esa concentración creciente. Al mismo tiempo esta concentración se ve reforzada por el caracter hereditario de la riqueza, una característica nacida antes del capitalismo que hace posible la acumulación más allá de los límites de la vida individual e impide a las nuevas generaciones ejercer competitividades debido a las desiguales oportunidades en el punto de partida. Esto no quiere decir de ningún modo que el capitalismo sea absolutamente negativo, pues la iniciativa privada con fines de lucro personal o familiar de inversores autónomos puede ser eficiente en cuanto que la ambición de obtener más riquezas promueve la producción y distribución de bienes y el progreso de las tecnologías productivas, con más eficacia ciertamente que la iniciativa pública, que por lo general se ve trabada por la tendencia de los administradores públicos a parasitar las arcas del estado o usarlas en colusión con los inversores privados favoreciendo corporativismos o monopolios. Tampoco quiere decir que el intento socialista de suprimir el potencial de la inversión privada dejada a su antojo como motor económico mediante la socialización total de los medios de producción o el uso del estado supuestamente bien intencionado como monopolio del capital no sea un error conducente al fracaso desde el punto de vista económico por más que se muestre loable desde el punto de vista moral. Pero lo cierto es que debería llegarse en algún futuro a un equilibro entre capital y trabajo en la constitución de las empresas, algo a lo que puede contribuir tanto el ámbito estatal como el ámbito de los inversores como el ámbito de las organizaciones de los trabajadores. Este equilibrio solo puede lograrse no suprimiendo la iniciativa del capital sino la subordinación del trabajo al capital, introduciendo, por ejemplo, la participación ganancial del trabajador en la empresa, creando una paga-móvil que se ajuste a los niveles gananciales de la empresa, promoviendo el cooperativismo, realizando un control apropiado de los circuitos financieros, estableciendo fuertes normas antimonopólicas, desarrollando un limitado intervencionismo público-estatal en esferas de grave interés general como la educación, etc. Confundir la supresión de la iniciativa del capital con la supresión de la organización capitalista de la empresa mediante la subordinación del trabajo al capital a través del salariaje y el paro permanente es un gran error. Incluso es de esperar que la iniciativa del capital se vuelva más eficiente si se suprimen los factores de excesiva concentración y se crea una alianza ganar-ganar entre trabajo y capital. Y esa alianza, con el tiempo, podría ser un factor de desconcentración permanente de la riqueza que haría más competitivos los mercados, haría más justas las regulaciones legales, e impediría la creación de monopolios o corporativismos dañinos tanto a nivel de la producción como a nivel de las finanzas. Por supuesto que para llegar a un cambio de este tipo el primer paso que debe dar la humanidad es un equilibrio desde el punto de vista de los estados-nación, un equilibrio y multipolaridad que garantice la libre autodeterminación de cada nación, de cada pueblo, de cada región del planeta, de tal modo que a nivel global exista un auténtico libre mercado no coartado por intervencionismos hegemónicos, por depredadores estatales que hoy contribuyen a la monopolización y el corporativismo global. Solo así la humanidad podrá obtener de la iniciativa privada aquello que el capitalismo, con su subordinación altamente perjudicial del trabajo al capital, jamás podrá ofrecer: la prosperidad general de vida humana.
Notas:
1) Por supuesto que la iniciativa del capital, incluyendo la de un simple vendedor de refrescos en una esquina, tiene como primer objetivo el beneficio privado y no el bien general. Jamás diría lo contrario. Lo que dije, también, es que en procura del propio beneficio, la iniciativa capitalista contribuye al aumento de la producción de bienes y del comercio, que es de donde nace el lucro del inversor privado. Pero como el capitalismo es una estructura de producción y distribución donde se subordina el trabajo al capital, este beneficio general es prontamente contrarrestado por la precarización del trabajo, las condiciones salariales que tienden a la neoesclavitud, la concentración de la riqueza potenciada por la herencia de la riqueza, y aún más genéricamente, una ausencia de objetivos reales de prosperidad general. El capitalismo es un sistema fallido e inconducente si se procura la prosperidad general, pero no hay que confundir la superación del capitalismo con la supresión de la iniciativa privada…ese es un error grave e inconducente.
2)Un ideal por lo general es un objetivo planteado de manera asintótica, por acercamiento infinito inacabado. Es la diferencia entre ideal y utopía. Pero por otro lado, cualquier reacondicionamiento de la conformación económica de la humanidad necesariamente no puede provenir del mero planteo reflexivo…necesita de condiciones objetivas que alienten a que se produzca…y ellas están a la vista…la expansión económica de la humanidad ya encontró los límites mismos del planeta…se planetizó…es una condición de frontera, que como lo sugería Hegel, puede actuar como la negación que impulsa una superior síntesis. El crecimiento económico no puede darse infinitamente en un medio finito y la concentración de la riqueza no puede darse infinitamente sin llegar a un punto de colapso….a menos que nuestro destino sea un agujero negro económico.